domingo, 30 de mayo de 2010

Educar a nuetros hijos en valores

En una primera instancia, el hombre “es para si”, egoísta, centrado sobre si mismo. Necesita satisfacer sus necesidades: agua, comida, abrigo, entretención, las que sean. Si no, duraríamos poco recién nacidos, si no tuviéramos el instinto egoísta de mamar la leche de nuestra madre, moriríamos. Luego, por sentido común o por intenso contacto con determinada religión, o por lo que sea. Es evidente que nos damos cuenta de que no es sano mantener este primer impulso, a menos que esto sea absolutamente necesario. Me explico: “Tengo dolor de guata, voy al baño”. En el caso contrario, nos convertimos en psicópatas o simplemente en personas antisociales, que se preocupan más del propio bienestar, que del de la humanidad.


Para prevenir esta situación, y educar a nuestros hijos para que sean conscientes y respetuosos del mundo en que viven, así como de los demás, una pista, puede ser el tomar algunas frases del texto: “EL HOMBRE PARA LOS DEMAS” (1), del padre Arrupe. En él, se plantea el ideal de vivir humanizándonos, vale decir, “dejar de ser para si”, “ser para los demás”, pasar y dejar atrás aquella primera instancia egoísta que, en el comienzo nos permite sobrevivir, pero que más adelante nos enajena, individualiza, y puede llegar a destruye.



“Toda persona que hace crecer los –sabores- de este mundo, o los –haberes- de este mundo, para ponerlo al servicio de la humanidad, realiza una tarea de humanización propia y de humanización del mundo” (Arrupe). De todas maneras la cosa no es tan simple, primero se trata de tomar conciencia: a veces uno no se da cuenta de que esta cometiendo una injusticia, o esta pensando demasiado en si mismo. El Padre Arrupe plantea: “...los hombres que no viven para los demás, no aportan a sus hermanos”. Es sano intentar tomar consciencia de que nuestras actitudes pueden pervertir, corromper o pisotear a los demás. Dándonos cuenta de esto, intentar remediar esta situación y procurar no repetirla, ni provocar una nueva trasgresión de la justicia, es un acto ético que traspasamos a nuestros hijos con el sólo ejemplo, día a día.



Entendemos humanización como proceso que permite la comprensión, el crecimiento de los bienes comunes, la mejora cualitativa y cuantitativa de la calidad de vida de las personas y cada medio que nos ayude a llegar este fin como un objeto de humanización. Esta tarea es imperiosa de poner en practica, si tomamos consciencia de que el materialismo y la superficialidad a todo nivel, en que nuestros hijo crecen hoy en día, es el cáncer de la deshumanización del ser humano, que esta actuando alrededor de todo el planeta y que sólo puede combatirse desde nosotros mismos, porque nosotros somos sus creadores, y quienes perpetuamos a cada instante este modelo con nuestros hijos.



Inicialmente destruimos nuestros alrededores transformando toda la riqueza, el saber, el poder y otros originalmente medios, en fines. Además “cosificamos” a las personas, les damos valor no por lo que son, sino por lo que pueden comprar, vestir, mostrar, tener. Al identificar a nuestros semejantes con “lo que posean”, los tratamos como cosas.



Evidentemente el daño producido por esa actitud no se reduce a lo anterior, la cosa va más allá, el daño también va por dentro. Contaminamos nuestro alrededor, es cierto, pero no sólo eso, con ello pudrimos nuestro ser.



¿Como salir de este círculo vicioso?, “Advertimos con bastante claridad que en el egoísmo personal, o la suma de los egoísmos personales, está la raíz de todo el proceso. Pero intentar vivir en el amor y en la justicia en un mundo donde además la injusticia y el egoísmo se han instalado estructuralmente, es una empresa que parece suicida e inútil”. Al parecer, nuestra única oportunidad en contraposición a esta realidad es la de “...¡Hay que hacer lo contrario! “El mal sólo se vence con el bien, el odio con el amor y el egoísmo con generosidad; y todo ello es necesario en este mundo concreto para implantar justicia”. Amar a los enemigos, a los amigos, a los no tan amigos y a los no tan enemigos. Es la manera más difícil de combatir la situación pero es también la más sana. De esta forma podemos cambiar la inercia que domina, viviendo estos valores de amor y generosidad a diario con nuestros hijos... ¿Como? Simple, siguiendo el ejemplo del “Amor creador, que no consiste en amar lo amable, sino en amarlo todo y a fuerza de amor convertir en amable lo que se ama”.




Pablo Fuentes D. Psicólogo

(1) Pedro Arrupe S.J

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